Abandonad toda esperanza

lunes, 4 de septiembre de 2006

Una pica en Flandes

Se estrenó al fin Alatriste, y muchas voces -algunas de ellas tan autorizadas como la de Jesús Lens- se han alzado en su contra por no tener la película de Díaz Yanes una historia en el sentido clásico del término, con su planteamiento, su nudo y su desenlace. Desde aquí no intentaremos rebatir ese argumento, porque es irrebatible, pero la cinta nos ha parecido, a pesar de eso o quizá en alguna medida gracias a, un trabajo magnífico.



Vaya por delante que un servidor no es seguidor de Arturo Pérez-Reverte, por lo que no he leído ninguna de las novelas del capitán Alatriste, así que mi percepción de la película es la de alguien que va a verla totalmente libre de prejuicios (para bien y para mal) respecto del original literario. Y Alatriste, la película de Díaz Yanes, es, de primeras, una cinta bien escrita y dirigida: acerca de lo primero, no hay que confundir un buen guión con un buen argumento. Nos referimos sobre todo a los diálogos, que consiguen captar el aroma de una época pretérita sin resultar falsos ni cansinos. En cuanto a la dirección, no podría esperarse menos de una película que pone un gran presupuesto en manos de un director tan competente como el firmante de Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, una de las dos o tres mejores películas españolas de los últimos veinte años.

En cuanto al reparto, ajustadísimo, habría que hacer mención del buen trabajo de algunos secundarios, como Eduard Fernández y Antonio Dechent, hombres de Alatriste, sin olvidar a un portentoso Juan Echanove encarnando a Francisco de Quevedo. Pero resulta paradójico, o lamentablemente revelador, que en una producción que cuenta con lo más granado del cine español los mejores actores sean un norteamericano y un italiano. Este último, Enrico Lo Verso, encarna a Malatesta, un encarnizado enemigo del protagonista, construyendo un personaje oscuro e inquietante, pero no exento de cierto honor y gallardía; y qué decir de Viggo Mortensen: está, simplemente, soberbio, y su voz, grave y personalísima, quizá forzada por tener que eliminar el acento argentino de su castellano, se ajusta a la perfección al carácter atormentado del personaje.



Volviendo al tema de la historia: efectivamente, en Alatriste no hay un argumento bien armado, quizá porque contar varias novelas en dos horas y veinte minutos era tarea imposible de llevar a buen puerto. Se ha optado, a mi parecer muy acertadamente, por hacer una película alrededor de un personaje y de una época, no una historia como tal. No veo tanta diferencia, en ese aspecto, con lo que hizo en su día, como han hecho otros grandes cineastas en grandes trabajos, Martin Scorsese en Toro salvaje o Taxi driver, películas construidas alrededor de personajes memorables (el real Jake LaMotta, el ficticio Travis Bickle) y del mundo donde estos habitan, un mundo marcado tanto por la fisicidad del entorno como por el mundo interior del propio protagonista, un mundo que desde luego no se echa en falta en el Alatriste de Díaz Yanes y Mortensen.



Por todo ello, Alatriste es una película crepuscular, repleta de sangre, barro y orines, tan oscura para el cine de aventuras como lo fue Sin perdón para el western. Quizá no sea una obra maestra tan redonda como la cinta de Clint Eastwood, pero está muy por encima de lo que ofrece el cine contemporáneo como media, sea español, norteamericano o de cualquier otra nacionalidad.

En definitiva: una película como Alatriste demuestra que lo que falta en el cine español no es talento ni oficio. Lo que se echa en falta es dinero, una industria como Dios manda. Pongan grandes presupuestos en manos de cineastas como Díaz Yanes y se conseguirán películas tan espléndidas como esta Alatriste. Una cinta que, por cierto, arrasará sin duda en los Goya, pero que no tiene nada que hacer en los premios Oscar: Norteamérica espera del cine europeo lo que él no se atreve a hacer, pequeñas historias cotidianas o bien personales universos de artistas audiovisuales, no que se intente jugar en su mismo campo para, en algunas ocasiones, ganarles por puntos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Te gustó el susurro de Alatriste? Lo siento, pero de grave no tiene nada. Al lado de Viggo, el resto de personajes parece que esten gritando. Buena fotografía pero Diaz Yanes no ha estado a la altura, se ha gastado toda la pasta en vestuario y maquillaje y eso no hace una superproducción.


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