Abandonad toda esperanza

domingo, 10 de diciembre de 2006

Las paradojas temporales de los hermanos Scott

Durante muchos años, Ridley Scott fue el director prestigioso, al contar en su filmografía con Los duelistas, Alien, Blade Runner o thrillers tan competentes y llenos de aristas como La sombra del testigo o Black rain. Mientras, su hermano Tony Scott era considerado el artesano vendido a Hollywood, al filmar productos como Superdetective en Hollywood 2. Pero hete aquí que Ridley encadenó películas tan fallidas como Thelma & Louise (por más que esta fuera un gran éxito comercial), la lamentable Tormenta blanca o La teniente O’Neill, casi al mismo tiempo que Tony se recuperaba gracias al guión de Quentin Tarantino para Amor a quemarropa, su colaboración con Redford y Pitt en Spy game, o el contar con actores tan competentes como Denzel Washington o Gene Hackman en repetidas ocasiones (Marea roja, Enemigo público o la espléndida El fuego de la venganza).



Paradojas de la vida, ahora, para muchos, las tornas han vuelto a cambiarse: Ridley Scott ha encadenado éxitos, algunos oscarizados, y todos ellos aplaudidos también por ciertos sectores de la crítica, como Gladiator, Hannibal, Black Hawk derribado, Los timadores o la reciente Un buen año. En cambio, Tony Scott se estrelló con Domino, y su nueva película, Déjà vu (Cambiando el pasado), de nuevo con Denzel Washington y producida por la empresa de los dos hermanos, Scott Free, ha recibido bastantes varapalos.



Buena parte de las críticas recibidas se deben a toda esa carga de inverosimilitud que tiene cualquier historia de viajes en el tiempo. Quizás el problema de Déjà vu, donde el agente del FBI que interpreta Washington lucha por salvar la vida de alguien que ya ha muerto volviendo al pasado, sea el venderla como una película policiaca más, cuando se acerca bastante al thriller de ciencia ficción. De esta forma, si se aceptan las reglas del juego, el film es altamente disfrutable. El problema, como siempre, radica en las expectativas previas del espectador.



Así pues, los que no sean capaces de suspender su incredulidad durante dos horas, mejor se dediquen a disfrutar con la anterior colaboración del cineasta y el actor, la ya citada El fuego de la venganza. Aquella sí que era una joya de su género. Una joya indiscutible, apasionante, con un guión acertadísimo y un Denzel Washington en estado de gracia. Esta Déjà vu se queda en un ajustado divertimento. Que no es poco, después de todo.

1 comentario:

Pep dijo...

Un día te presentaré a un amigo que sostiene que el hermano "bueno" es Tony. Tiene además interesantes teorías al respecto (alguna un poco "conspiracy theory", pero bueno :-p)

Por lo demás, compartimos opinión al respecto y ambos directores tienen sus buenas películas. Cierto es que Ridley acumula alguna que otra obra maestra... pero las malas, los son con ganas.

Por lo menos, Tony, cuando mete la pata, hace productos, cuanto menos, entretenidos. Ventajas de tener un listón medio más modesto.

Saludos!


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