Abandonad toda esperanza

lunes, 6 de agosto de 2007

Los fantasmas del campo de entrenamiento

Gracias a cineastas como Kim Ki-duk o Chan Park-wook hemos empezado a conocer el cine, en buena medida fascinante, que se está haciendo en Corea del Sur desde hace unos años. Pero hay más directores y películas que no deberían pasarnos desapercibidos, incluso dentro de los límites del cine comercial.



Porque eso es y no otra cosa Silmido, una producción del año 2003 dirigida por Kang Woo-suk (autor de la también exitosa trilogía Public enemy) que se convirtió en uno de los más grandes taquillazos en la historia del cine de su país, donde uno de cada cuatro habitantes compró su entrada para disfrutarla en pantalla grande.



Silmido es el nombre de la isla donde el departamento de Inteligencia de Corea del Sur adiestra a 31 criminales para convertirlos en perfectas máquinas de matar, y cuyo objetivo es liquidar al presidente norcoreano a cambio de su libertad y la retirada de los cargos. Esto es, una suerte de Doce del patíbulo de Robert Aldrich en versión asiática.



Pero una decisión de política internacional congela la misión, y el escuadrón de asesinos se convierte en un inconveniente para la nación, por lo que optan por acabar con ellos... en una decisión que solo podrá acabar en tragedia.



En eso se convierte Silmido a partir de ese momento: en una tragedia griega de proporciones épicas, que para sí quisiera 300 de Zack Snyder, protagonizada por un grupo de hombres a los que quieren arrebatarles la identidad: máquinas preparadas para un combate que ya no se producirá y que, por lo tanto, resultan inservibles; un verdadero engorro para sus dueños.



Algo parecido ocurría con el personaje de John Malkovich en En la línea de fuego: un asesino a sueldo del gobierno retirado, cuya psique fragmentada solo encuentra salida proponiéndose matar a distintos presidentes de los Estados Unidos. El personaje de Malkovich en la película cuyo reparto encabeza Clint Eastwood, como estos 31 soldados que protagonizan Silmido, representa a los demonios interiores de una nación que ya no quiere responsabilizarse de ellos.



También hemos visto recientemente otra película, esta norteamericana, protagonizada por soldados en un campo de entrenamiento: Campo del infierno es un film de 1986 dirigido por Eric Karson y protagonizado por Tom Skerritt y Lisa Eichhorn.



En este largometraje, de título original Opposing Force (aunque también se le conoce como Hell Camp), un grupo de soldados del ejército de los Estados Unidos son elegidos para un duro entrenamiento, cuya finalidad es estudiar la resistencia de los miembros del ejército a las más variadas torturas físicas y vejaciones psicológicas.

Pero, como era de esperar en un marco así, pronto los responsables pierden el control y muchos de los soldados ven peligrar su vida realmente. El comandante del lugar, interpretado por Anthony Zerbe (al que recordarán como líder de los vampiros en El último hombre... vivo, según Soy leyenda de Richard Matheson), como si se tratase de un coronel Kurtz de saldo, ha convertido aquel territorio en su reino particular, y su mano derecha, al que da vida Richard Roundtree (el mítico Shaft original), y que permanecía fiel a su lado, no puede hacer nada por detenerlo...



Una película, esta Campo del infierno, no del todo olvidable, gracias a su ritmo y a las competentes interpretaciones de todo el reparto (especialmente, Skerritt y Roundtree). Y en cuanto a Silmido, recomiendo encarecidamente su visionado. Vale muy mucho la pena.

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