Abandonad toda esperanza

martes, 25 de noviembre de 2008

Bodrios que hay que ver: Kárate a muerte en Torremolinos

Hay películas que parecen haber nacido para acabar aterrizando en esta sección de los martes, y obviamente un film titulado Kárate a muerte en Torremolinos pertenece a este excelso grupo.



El título de este film dirigido por Pedro Temboury hace ya siete años -y que es tan absurdamente atemporal que lo mismo podría haberse rodado hace veinte que pasado mañana- es un claro homenaje a Kárate a muerte en Bangkok, cinta protagonizada por Bruce Lee, a la sazón una de las figuras homenajeadas en esta cinta española que fue calificada en su día por algún crítico iluminado como "la peor película de la historia del cine español"... Cosa que, me temo, no es del todo cierta: deberían ver de qué son capaces algunos de nuestros directores más consagrados en sus peores momentos.



Pero no nos vayamos por las ramas, y vamos a lo que vamos: el film en cuestión se rodó en apenas doce días (de los cuales imagino que nueve o diez los pasaron llamándose unos a otros al móvil para ver cuándo quedaban para empezar con el asunto) y contó con un presupuesto de 6.000 euros (de los cuales 5.900 debieron gastarlo en hachís, un elemento clave en la trama... e imagino que en el making of también).



Porque vamos a la trama propiamente dicha: el film arranca con una voz en off que explica que en las profundidades del mar descansan barcos hundidos, tesoros perdidos y monstruos increíbles... entre ellos el temible Jocántaro (!), el monstruo mitad pulpo mitad centollo (!!) que destruyó la mítica Atlántida. En busca de este terrible ser llega a la localidad turística de Torremolinos el malvado Dr. Malvedades (con ese nombre no podía ser precisamente un boy scout), el cual no pretende otra cosa que resucitar a tan terrorífica criatura para que le ayude a dominar el mundo.



Para ello, Malvedades resucita antes a un ejército de zombies karatekas (!!!), un grupete de los más temibles ninjas que jamás pisaron occidente, según destaca él mismo. Este peculiar ejército, vestido con trapos que debieron estar en los percheros de El Corte Inglés veinte años atrás, recibe la misión de secuestrar a vírgenes recién folladas (!!!!; en palabras del propio Malvedades, y tómese nota de la aparente contradicción) para convocar el maleficio de las páginas del Necronomicón -sí, el mismito libro de Lovecraft- que resucitará al temible Jocántaro.



El ejército de zombies karatekas convertirá a Torremolinos en una pesadilla de la que dan buena cuenta los mass media... El canal Teletorremolinos, y su programa presentado por el misterioso Dr. Orloff (!!!!!; interpretado por el propio Temboury) y sus invitados de excepción -El Prisionero, recién salido de las páginas del 2000 Maníacos, y el Comandante Bermuda, tras cuya máscara se esconde el crítico Jordi Costa-; así como una emisora de radio molona donde el maestro de ceremonias no es otro que Jorge Explosion.



Pero los zombies karatekas no lo tendrán nada fácil, pues deberán enfrentarse primero al temible luchador Chuck Lee -!!!!!!; en claro homenaje a Chuck Norris y el citado Bruce Lee-, contratado por el Ayuntamiento de Torremolinos para poner fin a la escabechina provocada por los secuaces de Malvedades; y después, tras el fracaso del primero, a una hermandad de surfistas católicos (!!!!!!!) a la que pertenece Jess, el protagonista, un joven que resiste como puede ante los empujones de su impetuosa y calenturienta novia Danuta, pues aquel ha hecho voto de castidad hasta que cumpla los 24 (!!!!!!!!).



Para cumplir su misión, este grupo de surfistas católicos recibirá la ayuda de un espíritu, el viejo Profesor Miyagui (encarnado por Jess Franco, nuestro próximo Goya de Honor mira tú por dónde, y figura paternal de este proyecto), que a cambio pedirá un pago en especias: no en dinero, pues no tiene validez en el Más Allá, pero sí en hachís (!!!!!!!!!), para hacer que la Eternidad sea un poco menos aburrida de lo de costumbre.



Y no sigo, porque acabo de reventar la tecla del signo de exclamación de tanto usarla. Como pueden ver, Kárate a muerte en Torremolinos es un rompecabezas sin pies ni ídem, que en apenas 75 minutos de duración incluye muertos vivientes, monstruos del averno, extraterrestres del espacio exterior, surfistas, monjas, yonquis, friquis (de todos los tipos), vírgenes y ninjas. ¿Qué más se puede pedir, aparte de un almax para sobrellevar mejor el empacho de referencias?



Porque claro, la película homenajea al cine de Jess Franco, al Pat Morita de Karate Kid, a Chuck Norris y a Bruce Lee, al Mal gusto de Peter Jackson y a toda una generación de grupos de música españoles de la escena independiente. Y los agradecimientos de los créditos finales son tan reveladores como los de una película de Tarantino: a los citados Norris y Lee se les une Bela Lugosi y Jackie Chan, y no faltan nombres conocidos del panorama de la serie B y Z indie, de Manuel Valencia a Pedro Calleja, de Koldo Serra a Borja Crespo, de Casto Escópico a Sergi Sánchez, de Lina Romay a Darío Adanti, pasando por Subterfuge Records y el Mondo Brutto.



En fin... Nos encontramos ante un despropósito inenarrable, y que no es otra cosa que aquello que pretende ser: un film zetoso, tan soporífero como simpático, tan irritante como encantador, de un realizador que luego ha seguido en sus trece: su segunda película se tituló Ellos robaron la picha de Hitler (!!!!!!!!!!; sí, he conseguido arreglar la tecla). Y claro, se la encontrarán, cualquier día de estos, en esta simpática sección de "Bodrios que hay que ver".

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