Abandonad toda esperanza

jueves, 28 de enero de 2010

Vivir en una librería de viejo

A los bibliófilos, esa extraña raza a la que nos apasiona acumular libros en estanterías que invaden cada vez más las paredes de nuestros hogares, nos llena de satisfacción conocernos entre sí, o lo que es lo mismo, comprobar que no estamos solos en un mundo cada vez más ajeno a la palabra escrita.



En su sección "Su vivienda", la página web del diario El Mundo cede el testigo al escritor, poeta y crítico Luis Alberto de Cuenca, un autor que siempre ha demostrado su cariño tanto por los clásicos de la literatura más ortodoxos y comúnmente aceptados como tales como por la literatura popular, la serie B o el cómic.



En casa de... Luis Alberto de Cuenca nos permite conocer desde dentro su domicilio en el barrio de Salamanca, en Madrid, donde descansan, además de figuras de Leia Organa, Tintín o Red Sonja -fetiches que regocijarán al friqui más recalcitrante-, varias ediciones de la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer o una primera edición, de 1897, del Drácula de Bram Stoker.



En resumidas cuentas: un vídeo de poco más de tres minutos que nos permite visitar de la mano de un anfitrión de lujo una biblioteca privada verdaderamente envidiable, con más de 33.000 volúmenes en su haber, y que demuestra que los problemas de espacio no solo nos afectan a los lectores de a pie. Vale la pena echarle un vistazo si, de verdad, se ama el olor y el tacto del papel impreso por encima de cualquier e-book que quieran vendernos.

3 comentarios:

PAblo dijo...

¿Cuánto le habrá costado ese ejemplar de "Dracula"? En fin, que envidia...

Impacientes Saludos.

Cinemagnificus dijo...

Muy interesante. Yo también soy bibliófilo XD

Cinemagnificus dijo...

PD: Sí, Ponent Mon merece un hurra por todo lo que está publicante de Taniguchi y por todo lo que publica en general. Debemos mucho a editoriales tan arriesgadas en mercados tan arriesgados.

"Un zoo en invierno" aún no me la he pillado, pero lo haré. Adoro a Taniguchi desde que me consiguió saltar las lágrimas con "El almanaque de mi padre".


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