Abandonad toda esperanza

jueves, 31 de marzo de 2011

Comic Top 5: Marzo 2011

Hoy termina el mes de marzo, y por tanto llega el momento de hacer balance y elegir los cinco mejores cómics leídos a lo largo de dicho mes. Antes de pasar al Comic Top 5 propiamente dicho debo señalar que pese a que sería de lejos lo mejor del mes no se ha contemplado El invierno del dibujante -comentado al hilo de la visita de Paco Roca a Unicómic- porque verdaderamente lo leí a comienzos de año, ni tampoco -por dar predilección a obras completas- dos volúmenes tan recomendables como el segundo de La vida secreta de los jóvenes de Riad Sattouf y el tercero (y último) de Inside Moebius; no obstante, sí he incluido lo último de Charles Burns por ser un primer volumen, del que habrá que ver si, como se promete, realmente habrá más entregas. Ahora sí, los cinco mejores en orden alfabético:



1.- Daño gratuito
Paco Alcázar (Diábolo)



2.- Red Herring
David Tischman & Philip Bond (Norma)



3.- Toda aquella caspa radioactiva
Darío Adanti (Glénat)



4.- Tóxico
Charles Burns (Mondadori)



5.- Un dios entre nosotros
John Arcudi / Peter Snejbjerg (Norma)

miércoles, 30 de marzo de 2011

Mayo Negro 2011: Teaser trailer

2011.
Alicante.
En las fronteras del género negro...



Mayo Negro. Séptima edición.
No recomendado para menores de 18 años.
Estreno: 18 de mayo de 2011.

lunes, 28 de marzo de 2011

La France... épisode 2



Venir a decir que las obras que comentaremos hoy tienen en común el ser representativas no ya del cómic que se hace ahora mismo en la vecina Francia sino de la propia sociedad del país vecino puede ser tanto una falacia como, y esto es más disculpable, una mera excusa para reseñarlas en este vuestro blog destacando que las tres son lecturas de lo más recomendables. Pero, por otro lado, bien es cierto que gracias a (o por culpa de) la globalización de la sociedad occidental los jóvenes y no tan jóvenes que reflejan en sus páginas al menos los dos primeros títulos se parecen no solo a nuestros vecinos los galos, sino a cualquiera con el que nos podamos cruzar paseando por la calle. Y sí, también un poco a nosotros mismos.



Así, paseando por la calle, ha conocido Riad Sattouf a las personas que inspiran y, de hecho, realmente protagonizan La vida secreta de los jóvenes, cuyo segundo volumen acaba de publicar La Cúpula. Ya en la primera entrega descubrimos el particular modo de proceder de este autor, que se ha consolidado como uno de los más importantes nombres de la historieta francesa actual y un maestro del tebeo del humor gracias a títulos como Manual del pajillero o su popular y celebrado Pascal Brutal. No obstante, reconozco que es precisamente La vida secreta de los jóvenes, que el propio Sattouf ha llevado al cine como la todavía inédita aquí (y así imagino que seguirá) Les beaux gosses, la obra de las suyas por las que un servidor siente más afecto.



Dicho modo de proceder por parte de Sattouf no es sino observar y escuchar con suficiente atención e imagino que un necesario disimulo las conversaciones que los jóvenes que acaban protagonizando su creación mantienen en las calles, las terrazas, los comercios y los vagones de metro de París. Así, las conversaciones captadas a vuelapluma, repletas de anéctodas y ocurrencias, terminan por transformarse en breves historietas de apenas una página que empiezan y terminan casi siempre in medias res.



Así, por las páginas de este segundo volumen de La vida secreta de los jóvenes pasan adolescentes lanzadas y adictas al rollo de una sola noche, niños preocupados hasta el borde del colapso por el resultado de un examen escolar, una mujer agobiada por la extraña conducta sexual de su pareja, solitarios viajeros del metro de los que se intuye padecen algún tipo de trastorno mental, una pareja de gays que disfrutan provocando la ira de una anciana demostrando fervientemente su amor en público o una madre de mediana edad que no acepta las críticas a las primeras damas francesas, la anterior y la actual -esto es, la modelo y cantante Carla Bruni-, vertidas en las páginas del semanario humorístico Charlie Hebdo... donde, precisamente, se publican las páginas de La vida secreta de los jóvenes por vez primera.



Todas estas historias, como decíamos, aparecen sucesivamente, sin solución de continuidad, y con una absoluta falta de contexto... a pesar de un intento de historia más extensa que acaba por ser, paradójicamente, lo más flojo del volumen. Pero es en esta carencia donde, lejos de que resulte molesta al lector, se apoya buena parte de los logros del álbum, aportándole a este una adecuada lectura no muy lejana del surrealismo, así como dotando al propio lector de una fascinación cercana al extrañamiento, ante conductas de lo más sorprendentes y para las que solo encuentra una razón de ser inspirándose en propias experiencias que le permitan llenar los huecos del discurso. Un recurso muy parecido al que ha convertido textos breves de autores como Chejov, Borges, Carver, Cheever o Bolaño -por citar solo media decena- en algunos de los mejores relatos de la literatura del siglo XX.



Si es fácil identificarse con algunos -afortunadamente, no con todos- de los ejemplares que conforman la fauna social de La vida secreta de los jóvenes, lo mismo les sucederá a los lectores cuya edad oscile entre los 25 y los 40 años, sean solteros y estén en busca de pareja... sea esta ocasional o estable, ante una obra como Pecados veniales, que en España edita Dibbuks. Ya destacamos el interés que tenía el primer tomo, escrito y dibujado por Arthur de Pins, si bien ahora la obra se enriquece con la participación en algunos de los guiones de Maïa Mazaurette, sexóloga y cómplice del anterior en Anti-Kamasutra y Di que no, y que aquí aporta un toque femenino muy de agradecer.



Así, si en el primer volumen el protagonista absoluto era Arthur, posiblemente trasunto de ficción del propio autor de Zombillenium, aquí es la promiscua Clara quien se convierte en la auténtica estrella de la función, relegando a su amigo Arthur a un papel secundario, si bien lo suficientemente destacable como para dotar de continuidad a la obra. De esta forma, y mientras Arthur se esfuerza por encontrar a la mujer de su vida a la vez que empieza a agobiarse ante la posibilidad de quedarse solo, Clara destaca por su empeño para coleccionar conquistas del otro sexo como quien colecciona sellos o monedas antiguas.



Bien es cierto, y resulta lógico tratándose de una obra de concepción más clásica que ese experimento sociológico que es La vida secreta de los jóvenes, que en algunas ocasiones una obra como Pecados veniales roza peligrosamente con el reflejo de estereotipos más que de personas reales. Pero como señaló juiciosamente alguien una vez, los estereotipos, los tópicos y los lugares comunes funcionan porque tienen una base real... De ahí que no resulte complicado, como señalábamos, identificarse con las peripecias sentimentales y sexuales de esta asistente de ventas de una gran empresa.



Por lo demás, cabe destacar el dominio gráfico del autor, conocido ilustrador y publicista en su país natal y que aquí ya empieza a tener, como era de esperar, un considerable séquito de seguidores que pronto serán legión: sus personajes, tan cabezones (a veces, en más de un sentido) y tan reconocibles como los de nuestro Enrique Vegas (Cabezones del Caribe), presentan a pesar de sus trazos caricaturescos y cartoonianos una capacidad de transmitir sensaciones y emociones dignas del mayor de los aplausos. Ya solo por eso merece la pena acercarse a la obra de Arthur de Pins... se tenga o no pareja, y se tenga la edad que se tenga.



No quiero despedir estas líneas sin aprovechar la ocasión para recordar que acaba de aparecer otro segundo volumen de otra historieta gala, concretamente el de Las extraordinarias aventuras de Adèle Blanc-Sec, creación de Jacques Tardi que Norma Editorial está recuperando en tomos de lujo. Después de la primera entrega, este segundo tomo recoge los álbumes quinto a octavo de la serie original por la que, no hay mal que por bien no venga, la mediocre adaptación cinematográfica de Luc Besson ha despertado un renovado interés.



Por supuesto, el lector no encontrará en las páginas de un folletín como Adèle Blanc-Sec una reproducción fidedigna de la sociedad francesa, ni siquiera de la coetánea a los años -comienzos del siglo pasado- en los que se ambientan las peripecias de esta valerosa aventurera; pero sí encontrará, además de una más o menos fiel reproducción del espacio arquitectónico del París del momento, una versión de la literatura popular que el pueblo vecino leía por aquel entonces... lo que me recuerda a aquella distinción que establecía hace ya algunos años Quentin Tarantino acerca de sus propias películas: Reservoir Dogs y Jackie Brown la protagonizarían, más allá de su pertenencia al género negro, personajes que remiten a la realidad, mientras que títulos como Pulp Fiction o su episodio de Four Rooms serían las películas que irían a ver los personajes de las anteriores cuando fuesen al cine o viesen la televisión.



Volviendo al volumen que nos ocupa, hay que destacar que incluye las historias "El secreto de la salamandra", "El ahogado de dos cabezas", "Todos monstruos" y "El misterio de las profundidades". La primera de ellas es una de las más interesantes, a pesar de que la protagonista permanece ausente del relato hasta prácticamente el final, pues permanece en animacion suspendida en la mansión de su enemigo Mouginot durante los años que dura la I Guerra Mundial... Un evento que en este álbum Tardi, que ya tratara el conflicto bélico de manera realista y descarnada en títulos como La guerra de las trincheras o ¡Puta guerra!, se permite mostrar con amplias dosis de humor que por otro lado no esconden un amargo poso de amargura; para ello utiliza la figura del soldado de 2.ª clase Brindavoine, desertor que por razones azarosas acaba convirtiéndose en un héroe condecorado.



En "El secreto de la salamandra" se aprecia esa característica tan propia de la literatura de folletín en general y de esta serie en particular que es la sucesión vertiginosa de acontecimientos, el desarrollo de tramas paralelas que no siempre acaban por casar adecuadamente y un intento nada disimulado por mantener la atención del lector durante todo momento, aunque eso vaya en detrimento de la lógica interna del relato.



Estos rasgos vuelven a aparecer en "El ahogado de dos cabezas", donde se suceden las muertes de los payasos de un circo que visita París al mismo tiempo que los ataques de lo que parece ser un pulpo gigantesco que se oculta en las profundidades del Sena... Al final de dicho relato, Tardi incluye un parlamento por parte de un artista callejero -"¡Nos timan!... ¡Nos engañan!... Nos disfrazan... primero, de soldados; luego, de payasos; ¡después de cadáveres! Una arena abominable con sangre por doquier... ¡Un circo!... Y eso les divierte... tienen el poder, y disponen de nuestras vidas y morimos por nada... Qué farsa... ¡Todos monstruos!"- que parece referirse tanto a los que mueven los hilos del poder político desde las sombras como a los propios autores de divertimentos populares como este, que juegan a sus anchas con sus personajes a modo de títeres para divertir a un lector que atiende boquiabierto al teatro de marionetas.



Dicho parlamento abre las puertas al siguiente relato, precisamente titulado "Todos monstruos", en el que Tardi reflexiona acerca de los terrores infantiles y su pervivencia en la psique del adulto. Para ello, y para recrear a los distintos monstruos que se dibujan, nunca mejor dicho, en los pensamientos de algunos de los personajes de la historia, el autor de El secreto del estrangulador -si se me permite la coda, posiblemente su gran obra maestra- cuenta con la colaboración de una impagable nómina de colegas de la BD gala, como Pétillon (El archivo corso), Boucq (Janitor), Vuillemin, Comès, Bilal (Animal'Z) o Druillet, por citar solo algunos.



Finalmente, "El misterio de las profundidades" cuenta cómo un criminal despiadado al que apodan 'El Dentista' ha salido de la cárcel y ha empezado a reunir a su antigua banda; mientras el Dentista envía a la Policía notas con dibujos que a modo de piezas de puzzle forman un mensaje codificado, una Adèle Blanc-Sec apurada por un fuerte dolor de muelas acabará reencontrándose, en otro rasgo propio del género del folletín, con un pariente cercano perdido hace mucho tiempo...



El resultado es una lectura de indudable interés, aparentemente ingenua pero profundamente (auto)crítica, y que como algunas de las grandes obras maestras literarias de todos los tiempos -empezando por el Quijote de Cervantes y siguiendo con obras como Los viajes de Gulliver de Swift, Tristam Shandy de Sterne o Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll, funciona a varios niveles, entre ellos como parodia propiamente dicha y como muestra fehaciente de aquel género del que, solo supuestamente y por momentos, se burla.


Título: La vida secreta de los jóvenes II
Autor: Riad Sattouf (guión y dibujo)
Editorial: La Cúpula
Fecha de edición: febrero de 2011
148 páginas (b/n) - 15 €

Título: Pecados veniales 2
Autores: Arthur de Pins & Maïa Mazaurette (guión) / Arthur de Pins (dibujo)
Editorial: Dibbuks
Fecha de edición: febrero de 2011
96 páginas (color) - 15,50 €

Título: Las extraordinarias aventuras de Adèle Blanc-Sec (Vol. 2)
Autor: Jacques Tardi (guión y dibujo)
Editorial: Norma
Fecha de edición: enero de 2011
200 páginas (color) - 24 €

domingo, 27 de marzo de 2011

De espaldas a la cámara

Posiblemente, el cartel de cine favorito del que esto suscribe -quizá en dura pugna con el de El Padrino. Parte III- sea este de Sin perdón, la obra maestra -bueno, al menos una de las tres o cuatro de las que ya puede presumir el maestro a estas alturas de su carrera- de Clint Eastwood, realizador otra vez de candente actualidad gracias a Más allá de la vida:



De este cartel se está volviendo a hablar porque es claramente homenajeado en el de Puss in Boots, el spin-off de la saga Shrek protagonizado por el Gato con Botas, a quien vuelve a dar voz en la versión original el actor Antonio Banderas... Aunque en el nuevo Cinemanía de abril atribuyan el homenaje, erróneamente y engañados por el sombrero y la espada, a uno de los primeros carteles de Alatriste:





Por otra parte, y es algo de lo que parece muchos no se acuerdan ya, nuestra cinematografía ya parodió con inteligencia el póster del ya clásico western de Eastwood... aunque invirtiendo la postura:



Justino, un asesino de la tercera edad fue la primera película del tándem La Cuadrilla, formado por Santiago Aguilar y Luis Guridi, que luego estrenaron -formando una trilogía sobre la España del momento- las más discretas Matías, juez de línea y Atilano, presidente. Por cierto: ¿qué habrá sido de estos realizadores? La última noticia que tengo al respecto es su participación en la mediocre serie televisiva Camera Café. Vivir para ver, después de tan prometedor (y berlanguiano) debut...

sábado, 26 de marzo de 2011

Las recomendaciones del sábado



Cómic:
ELLOS MISMOS
Joaquín Reyes

(Mondadori, 2011)

La fauna de la cultura, la política y el famoseo se deja retratar en las páginas de este bestiario tal y como es (más o menos), mientras el autor y el Sr. Orangután (sic) dialogan sobre lo divino y lo humano (más de lo segundo que de lo primero, todo sea dicho)... Aunque más conocido por su faceta de cómico de stand up y figura capital de La hora chanante y Muchachada nui, la primera vocación de Joaquín Reyes es la de autor de cómics; así lo demuestra esta antología de humor gráfico que no deja títere con cabeza.



Libro:
LOS CHICOS DE LAS TAQUILLAS
Ryu Murakami

(Escalera, 2010)

Dos niños abandonados por sus madres en las taquillas de una estación de tren se conocen en una casa de acogida y acaban considerándose como hermanos; uno se convertirá en un deportista de elite, el otro en una estrella del pop... Por fin se edita en castellano, después de tres décadas, una de las novelas de culto del escritor de Azul casi transparente: se trata de un relato apocalíptico tan cruel como conmovedor que viene a demostrar que el autor de Kafka en la orilla no es el único Murakami al que vale la pena leer. Soberbia.


(De: El Periódico de Villena, n.º 266, 25-III-2011).

viernes, 25 de marzo de 2011

Incorrección política

Tres autores de cómic cuyos apellidos empiezan por A son el azote de las mentes bienpensantes. Ellos son Darío Adanti, Paco Alcázar y Álvarez Rabo. Absténganse las almas delicadas y de corazón pusilánime.

De sus obras más recientes, antologías que reúnen toda o buena parte de su producción, hablamos en la columna de Abandonad toda esperanza de hoy:



Álvarez Rabo

jueves, 24 de marzo de 2011

RIP: Elizabeth Taylor (1932-2011)

Ayer fue una jornada aciaga para los amantes del cine, pues nos dejó la última actriz mítica del Hollywood dorado de los años 30, 40 y 50: nada más y nada menos que la mismísima Elizabeth Taylor, fallecida a la edad de 79 años en el Hospital Cedars-Sinai de Los Angeles, donde llevaba ingresada dos meses por problemas cardiovasculares.

Elizabeth Taylor


Elizabeth Taylor se crió en su tierra natal, Londres, en el seno de una familia de intelectuales, y desde muy joven sintió inclinación por las artes: primero estudió danza, pero fue el cine quien, siendo ella todavía una adolescente, le abrió sus puertas de par en par y la convirtió en una celebridad mundial. Así, dos de sus primeros trabajos delante de las cámaras fueron La cadena invisible y El coraje de Lassie, entregas de la serie cinematográfica protagonizada por la popular perrita.

Con la popular perrita Lassie


Acto seguido intervino en la versión de Mujercitas dirigida por Mervyn LeRoy y en El padre de la novia y su secuela El padre es abuelo, dirigida por Vincente Minnelli junto al gran Spencer Tracy. Pero fue en 1951 cuando llamó por primera vez la atención gracias a Un lugar en el sol, dirigida por George Stevens y protagonizada también por Montgomery Clift -que se convertiría en amigo íntimo suyo y cuyo vínculo se mantuvo hasta la prematura muerte de este- y por Shelley Winters. Otras películas suyas destacadas de aquel momento fueron Ivanhoe, La senda de los elefantes o La última vez que vi París, donde la dirigieron respectivamente Richard Thorpe, William Dieterle y Richard Brooks.

Junto a Montgomery Clift en Un lugar en el sol


A partir de entonces, la carrera de Elizabeth Taylor fue fulgurante: un lustro después volvió a trabajar con Stevens en la épica Gigante, donde coincidió con Rock Hudson y James Dean, este en el que fue su último papel antes del accidente automovilístico que acabó con su vida. También intervino en adaptaciones al cine de obras teatrales, como La gata sobre el tejado de zinc y De repente, el último verano, ambas según las obras de Tennesseee Williams, o en ¿Quién teme a Virginia Woolf?, a partir del drama de Edward Albee, donde coincidió por segunda vez con el actor Richard Burton... al que había conocido en el rodaje de Cleopatra, y que sería el amor de su vida. Fue esta última producción gracias a la que Taylor consiguió su segundo Oscar como Actriz Protagonista; el primero lo había recibido por Una mujer marcada.

Junto a Richard Burton en ¿Quién teme a Virginia Woolf?


Otros títulos destacados de la etapa más gloriosa de su filmografía son Castillos en la arena de Vincente Minnelli -de nuevo junto a Burton-, Reflejos en un ojo dorado de John Huston (aquí al lado de Marlon Brando), o dos filmes en los que fue dirigida por Joseph Losey: La mujer maldita y Ceremonia secreta. Pero la actriz, al igual que representó al Hollywood clásico, acabó por representar también su decadencia, y la llegada de nuevas generaciones de realizadores y espectadores la relegaron a papeles poco lustrosos, por lo que acabó refugiándose en la televisión: así, en la pequeña pantalla intervino en varios telefilmes y series, destacando su cometido en la serie Norte y Sur. No obstante, en 1994 volvería a la gran pantalla para participar en su última película: la adaptación en imagen real de la serie de dibujos animados Los Picapiedra.

De nuevo junto a Burton, aquí en Castillos en la arena


Elizabeth Rosemond Taylor, llamada Elizabeth Taylor, nació en 27 de febrero de 1932 en Hampstead, Londres (Inglaterra), y falleció en 23 de marzo de 211 en Los Angeles, California. Tenía por tanto 79 años. Descanse en paz.


(+) La Biblioteca Langlois: "El amor y la furia. La verdadera historia de amor de Elizabeth Taylor y Richard Burton"

miércoles, 23 de marzo de 2011

El otro WildStorm



Cuando a un lector que conoce en mayor o menor medida qué cómics ha publicado el medio mainstream estadounidense durante el último cuarto de siglo se le menciona el sello WildStorm, enseguida piensa en historias protagonizadas por héroes hipermusculosos remedo de sus semejantes correspondientes de los universos Marvel y DC, adolescentes con superpoderes o crossovers imposibles. A estas alturas ya poco importa que bajo su mismo logotipo Alan Moore publicara las series de ABC (ya saben: Promethea, Tom Strong, Top 10, etcétera), o que Warren Ellis desarrollara allí tres de sus mejores obras: Global Frequency, The Authority y Planetary: WildStorm tenía un sambenito colgado al cuello del que nunca lograría desprenderse del todo hasta su cancelación tal y como lo conocíamos el pasado mes de diciembre.



No obstante WildStorm, como sus rivales Marvel y DC -esta última pasó a ser su propietaria a partir de 1999-, nunca dejó de intentar ofrecer productos que se salieran un tanto de la corriente dominante, con el lógico fin de diversificar todo lo posible su público lector. Estas obras, como las cabeceras principales y más emblemáticas, poco a poco nos han ido llegando en su correspondiente versión española: es el caso de los dos títulos que nos ocupan hoy, empezando por la miniserie de seis entregas Red Herring, que como suele ser su sana costumbre Norma Editorial publica en un solo volumen.



Al comienzo del álbum, una entrada del diccionario nos aclara qué es un red herring: por un lado, es un arenque curado y ahumado; por otro, y por extensión, es un elemento que distrae la atención del problema real, a partir del uso de dichos arenques para confundir el rastro a los perros de caza. Esto es, una suerte de variación del mcguffin que desarrollara el llamado Mago del Suspense en buena parte de su filmografía y que le explicara muy bien a François Truffaut durante las entrevistas que dieron lugar al libro El cine según Hitchcock.



Y es que, aunque Red Herring arranca de la posibilidad de la existencia de inteligencia alienígena a partir del célebre suceso de Roswell, los extraterrestres son una presencia muy tangencial en la trama: los verdaderos villanos son los emporios empresariales cuyos avariciosos directivos se han enriquecido con la excusa de la necesidad de presupuestos para prevenir y poder contraatacar una invasión marciana. De esta forma, el lector descubrirá toda una conspiración gubernamental al más puro estilo Expediente X de la mano de los dos personajes principales: Maggie MacGuffin -el apellido no es gratuito, como sugerimos antes-, asesora de un congresista demócrata por Florida, y a la sazón su amante secreta; y el propio Teddy Herring, apodado 'Red' por su condición de pelirrojo, un agente del gobierno decidido a destapar tamaño fraude.



Red Herring, qué duda cabe, es principalmente y ante todo un divertimento; pero un divertimento construido con oficio, escrito de acuerdo con la estructura clásica de planteamiento, nudo y desenlace, con un inicio, un final y un desarrollo entre ambos acorde con una extensión premeditada y preestablecida desde el comienzo, con una dosificación adecuada de la información, una trabajada estructura a base de flashbacks, y que prescinde de giros argumentales gratuitos cuya única finalidad suele ser alargar innecesariamente el desarrollo del relato.



Esto es mérito del guionista David Tischman, que también demostró su talento para mezclar géneros -allí, el noir con el terror o los superhéroes- coescribiendo junto al gran Howard Chaykin Angel y el mono o la muy divertida Bite Club para Vertigo. Junto a él, a los lápices, un muy adecuado Philip Bond, cómplice habitual de Grant Morrison en Mata a tu novio, Los Invisibles y Vimanarama y de Peter Milligan en X-Statix y Vertigo Pop!, y del que también pudimos disfrutar el Hellblazer Especial: Mala sangre. La conjunción de ambos, junto al entintador David Hahn -precisamente, el responsable del dibujo de Bite Club-, dan como resultado un álbum que se lee y se disfruta como un episodio piloto de una hipotética serie televisiva -o de cómic, tanto da-, que por lo visto nunca llegó a hacerse, pero que de existir no nos habría importado no perdernos.



Por su parte, y también editada por Norma el pasado mes de enero, Un dios entre nosotros supone la enésima revisitación de un tema sobre el que se ha vuelto continuamente desde que Alan Moore y Dave Gibbons concibieran Watchmen: el reflejo de qué supondría la existencia real de un ser todopoderoso en un marco espacial y temporal concreto y verdadero. Como verán, nada nuevo bajo el sol, si bien esta novela gráfica supone un acercamiento a dicha temática suficientemente bien realizado como para merecer ser leído.



El mérito, en esta ocasión claramente compartido, es del guionista John Arcudi y del dibujante Peter Snejbjerg... Al primero lo descubrimos como guionista en series de Dark Horse, por lo general simplemente correctas pero que saciaban el apetito del fan irredento, que explotaban éxitos cinematográficos del cine fantástico de los años 80 como Aliens, Depredador, Terminator o RoboCop; luego realizaría una sugerente etapa de Gen 13 para WildStorm, y finalmente se le vincularía particularmente a AIPD, el spin off del Hellboy de Mike Mignola. Por su parte, el dibujante danés ha realizado la mayor parte de su carrera para DC Comics, interviniendo en cabeceras tan variadas como Animal Man, Hellblazer, Starman, The Dreaming o Los Libros de la Magia, si bien más recientemente ha participado de modo fugaz sustituyendo al titular Darick Robertson en los The Boys de Garth Ennis.



En Un dios entre nosotros, Arcudi y Snejbjerg nos cuentan la historia de Eric Forster, un individuo normal y corriente cuyo principal proyecto vital es convertirse en socio de su hermano Hugh, su cuñada Alma y su mejor amigo Sam para adquirir entre todos una embarcación con la que navegar durante los fines de semana. Pero justamente la noche antes de adquirir dicho navío algo que cae del cielo y que provoca una gran explosión en su barrio, y en la que mueren un gran número de personas, le concede superpoderes excepcionales, como la capacidad de volar, la invulnerabilidad... y, probablemente, también la inmortalidad.



Como puede verse, la premisa no es precisamente original, pero el relato presenta algunos aspectos particulares que le confieren un interés considerable: para empezar hay que destacar la construcción del relato, que como en el caso de Red Herring emplea continuos viajes al pasado de los protagonistas, constuyendo así unos personajes verosímiles y con aristas, particularmente a partir de los años en los que todos ellos eran estudiantes universitarios y tenían sueños que todavía creían firmemente que se acabarían cumpliendo... Algo que con el paso del tiempo se demostrará que no es así.



En este último rasgo radica otro de los aciertos de la obra: Arcudi no teme llevar a cabo una visión particularmente pesimista y descreída de la condición humana, y el poder supremo que adquiere el personaje principal acaba por corromperlo... si bien se sugiere también que muy bien podría estar en lo cierto y que su nueva condición de ser divino le hace ver lo insignificantes que verdaderamente son los seres humanos. Así, en su tercio final, Un dios entre nosotros se caracteriza por una indisimulada amargura que viene de la mano de una violencia explícita particularmente dolorosa y no muy habitual en la historieta mainstream estadounidense.



Todos estos elementos acaban por cohesionarse con acierto, y aunque como ya comentábamos hace unas líneas no aporte nada nuevo al género, esta Un dios entre nosotros es una novela gráfica que se lee con agrado... así como con pizca de agradecible y emotiva melancolía por aquellos tiempos en los que todavía podíamos confiar en los superhéroes.


Título: Red Herring
Autores: David Tischman (guión) / Philip Bond (dibujo)
Editorial: Norma Editorial
Fecha de edición: enero de 2011
144 páginas (color) - 17 €

Título: Un dios entre nosotros
Autores: John Arcudi (guión) / Peter Snejbjerg (dibujo)
Editorial: Norma Editorial
Fecha de edición: enero de 2011
200 páginas (color) - 20 €

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